jueves, 11 de febrero de 2010

hormiga


Una hormiga pasa por debajo de la cama destendida de tu cuarto, sube por las sábanas marchando hasta llegar a uno de los dedos que dejaste caer hace horas al quedarte dormida, luego trepa hasta tu hombro, se desliza por tu cuello, llega a tu mejilla y planta en ti un beso con semilla de girasoles. Te mira los ojos, aun cerrados, hermosos como ostras protegiendo brillantes perlas blancas. Tu mano intenta eliminar ese pequeño cosquilleo que te está provocando la hormiga mientras recorre tu rostro; tu nariz suspira hondo y tu pecho se infla levemente, al igual que tu vientre, y ante tanto movimiento la hormiga se sostiene de tu boca tibia, con ese aroma que me encanta, para no caer, el color de tu boca luce distinto, luces más niña. Traspaso tus labios y puedo sentir tus dientes, de pronto me besas tiernamente y comprendo que has despertado, así que debo dejar de fingirme hormiga para comenzar el día.

2 comentarios: